top of page
  • Facebook
  • Instagram
Buscar

DAVID JEWETT: EL EXTRANJERO QUE IZÓ POR PRIMERA VEZ LA BANDERA ARGENTINA EN EL FIN DEL MUNDO

 

La historia argentina está llena de figuras inesperadas. Hombres y mujeres que no nacieron en esta tierra, pero que la defendieron como propia. Uno de ellos fue David Jewett. No hablaba castellano. No tenía sangre criolla. Y sin embargo, en noviembre de 1820, clavó una bandera celeste y blanca en las islas Malvinas, mientras los mástiles de balleneros ingleses, norteamericanos y franceses se balanceaban en la bahía.


Fue un acto breve, pero de enorme proyección: la primera toma de posesión argentina de las islas tras la emancipación. Un gesto que luego sería convalidado por el gobierno de Buenos Aires y que daría sustento jurídico y simbólico al reclamo nacional durante más de dos siglos.


David Jewett había nacido en Estados Unidos en 1772. Veterano de la Marina estadounidense, participó en la Guerra de Independencia norteamericana y en las guerras contra los británicos. Luego, como muchos marinos sin destino, ofreció sus servicios como corsario. Fue contratado por las Provincias Unidas del Río de la Plata para combatir a los navíos españoles que aún surcaban el Atlántico. Así fue como quedó al mando de la fragata Heroína, una nave de bandera argentina destinada a la caza de barcos enemigos en aguas del Atlántico Sur.


La Heroína era un buque armado de buen porte, con cañones de largo alcance y tripulación multinacional. Navegó hacia el sur en condiciones precarias. Las tempestades, el frío y el escorbuto hicieron estragos en su tripulación. Según testigos y fuentes documentales de la época, cuando la fragata recaló en las islas Malvinas a fines de octubre de 1820, arrastraba una verdadera calamidad: marineros muertos, otros delirando de fiebre, sin víveres, sin gobierno. El barco apenas podía mantenerse a flote.


En ese escenario desesperado, el comandante Jewett decidió ejecutar la orden que llevaba consigo. El 6 de noviembre de 1820 firmó y emitió una proclama dirigida “a las naciones civilizadas del mundo”, en la cual declaraba la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata sobre las islas Malvinas y notificaba la toma de posesión.


El 20 de noviembre, finalmente, izó la bandera argentina ante la presencia de las tripulaciones extranjeras fondeadas en Puerto Soledad. El acto fue presenciado por al menos una docena de barcos, entre ellos varios ingleses y estadounidenses. Uno de los capitanes, Thomas Blossom del ballenero Rampart, dejó testimonio en su bitácora de que "un oficial de bandera argentina realizó una proclamación pública en nombre del gobierno de Buenos Aires".


La proclama original de Jewett dice:


“Yo, David Jewett, comandante de la fragata Heroína, en virtud de los poderes que me han sido conferidos por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declaro tomar posesión en nombre de dicho gobierno de las Islas Malvinas, sus puertos, bahías y territorios adyacentes, para asegurar los derechos de soberanía que le corresponden por herencia de la Corona Española.”


Este documento fue reproducido en su versión original en inglés en varios registros navales de la época y su versión en español se conserva en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores y en el Archivo General de la Nación.


La historiadora María Sáenz Quesada subraya la importancia de este acto como el primer ejercicio concreto de soberanía de las Provincias Unidas en el Atlántico Sur. Según indica en su obra Las Malvinas y la política argentina del siglo XIX, el gobierno de Buenos Aires ratificó la toma de posesión de Jewett a través de comunicaciones oficiales fechadas en 1821, que reconocen su misión y su desempeño. Además, otros historiadores como Carlos León Sola y Andrés Cisneros señalan que Jewett actuó dentro del marco del derecho internacional vigente: una posesión pública, pacífica y notificada, realizada ante testigos extranjeros, sin oposición armada y con presencia institucional.


No fue un acto improvisado. Jewett se reunió con los capitanes de los barcos presentes, entregó copias de su proclama y dejó constancia de su presencia y autoridad. También escribió en su diario de a bordo que su intención era “prevenir abusos por parte de pescadores extranjeros” y “asegurar la jurisdicción de las Provincias Unidas sobre este estratégico enclave del sur”. La bandera celeste y blanca flameó por primera vez en las islas con la firma de un marino que, sin ser argentino de nacimiento, sentó las bases de un reclamo que llegaría hasta nuestros días.


Es importante aclarar que, aunque no existe una descripción textual exacta del diseño de la bandera izada por Jewett, el consenso historiográfico sostiene que se trató de la enseña creada por Manuel Belgrano en 1812, ya que era la bandera oficialmente reconocida por las Provincias Unidas en 1820. La historiadora María Sáenz Quesada, así como Ricardo Caillet-Bois y otros estudiosos, sostienen que fue esta bandera la que se izó, dado que no existía otra enseña nacional.


No hay objeciones registradas por parte de las potencias presentes en ese momento, lo que refuerza el carácter legal del acto. Este detalle, aunque aparentemente menor, convierte a Jewett en el primer marino que ondeó oficialmente la bandera belgraniana en las Malvinas, iniciando con ese gesto una política de soberanía que se sostendría con el tiempo.


Este acto debe ser leído en un contexto más amplio: las luchas por la independencia en América Latina estaban en pleno auge, las potencias europeas disputaban zonas estratégicas y el derecho internacional comenzaba a considerar el principio de posesión efectiva. Jewett, al actuar por orden oficial, con patente de corso legal y sin ejercer violencia, se inscribió en esa nueva lógica. Su acto fue pacífico, público y diplomáticamente firme. No hubo disparos, solo una proclama, una bandera y una voluntad política clara.


Después del izamiento, Jewett permaneció un tiempo más en las islas para reabastecerse y reparar su barco. Luego continuó con su misión de corso. Murió en Uruguay en 1842, lejos del reconocimiento que merecía. Durante décadas, su nombre quedó sepultado en los archivos.


Fue recién en el siglo XX cuando los historiadores comenzaron a rescatar su papel como pionero de la soberanía. Hoy, su figura emerge como símbolo de que la soberanía no siempre se defiende con ejércitos ni con discursos encendidos. A veces, basta un mástil, un acto público, una proclama clara y una bandera que, al elevarse, transforma el viento en memoria.

 

Fuentes y bibliografía:

·      Sáenz Quesada, María. Las Malvinas y la política argentina del siglo XIX. Editorial Sudamericana, 2005.

·      Cisneros, Andrés. Malvinas: pasado y presente de una usurpación. Emecé, 2013.

·      Archivo General de la Nación (AGN), Colección Malvinas, Proclama de David Jewett, noviembre de 1820.

·      Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Documentación Histórica sobre la soberanía de las Islas Malvinas, vol. I.

·      León Sola, Carlos. Historia de la soberanía argentina en el Atlántico Sur. Instituto de Publicaciones Navales, 1987.

·      Registro de Bitácora del ballenero Rampart, Archivo Marítimo Británico, noviembre de 1820.

·      Caillet-Bois, Ricardo. Historia de las relaciones internacionales de la Argentina. Buenos Aires, 1967.



ree

 
 
 

Comentarios


¿Queres ser el primero en enterarte de los nuevos lanzamientos y promociones?

Serás el primero en enterarte de los lanzamientos

© 2025 Creado por Ignacio Arnaiz

bottom of page