top of page
  • Facebook
  • Instagram
Buscar

Domiciana Correa — “La última fortinera”

Actualizado: 11 jul

 

En los confines del sudoeste bonaerense, donde la pampa se mezclaba con la sal y la frontera era todavía una herida abierta, se levantó en 1876 el Fuerte General Belgrano, en lo que hoy es la ciudad de Carhué. Fue parte de la línea de fortines dispuesta para contener los malones y expandir la frontera agroganadera, bajo la lógica del "desierto a poblar". Allí, entre el barro de los ranchos y el polvo del paredón, vivió y murió Domiciana Correa, una mujer que no empuñó fusiles, pero combatió a la intemperie con las armas del amor, la cura y la perseverancia.


Dicen que parió diecinueve hijos y crió diez más de crianza, incluso en su vejez. Que cuando los soldados caían con fiebre o las parturientas temblaban de miedo en las noches sin luna, ella llegaba con agua caliente, yuyos y palabras. Domiciana Correa de Contreras no tuvo rango, pero sí una autoridad que se tejía con paciencia, dolor y coraje.


Había nacido en Bahía Blanca el 1 de agosto de 1851, y se unió a la historia grande desde la trinchera más invisible: la doméstica, la femenina, la que no entra en los partes de guerra. En 1876, junto a su esposo, el sargento Antonio Contreras, arribó a Carhué como parte de las tropas del teniente coronel Maldonado, en el marco de las campañas militares previas a la ofensiva de Roca. Para entonces, la frontera sur ardía de tensiones, entre malones, escaramuzas y alambrados recién introducidos —un invento que llegaba con la promesa de propiedad y orden, pero traía despojo y encierro.


En 1890, Domiciana y Antonio se establecieron definitivamente a los pies del fuerte. Levantaron su rancho junto al paredón del Fuerte General Belgrano, y desde allí construyeron no sólo una familia numerosa, sino también un espacio de sanación y consuelo. Fue curandera y partera durante décadas. Las crónicas locales —preservadas en el archivo del Museo Regional de Carhué— cuentan que don Juan Marche, a quien Domiciana salvó un hijo, le donó el rancho en 1904. No como limosna, sino como reconocimiento.


En tiempos en que la muerte cabalgaba a diario, ella fue la que se quedaba. Lavaba heridas, asistía partos, velaba enfermos. No necesitaba permiso para actuar ni para querer. La historia la reconoció tarde, como a tantas. Su esposo falleció en 1936 a los 87 años. Ella lo sobrevivió casi dos décadas, y murió el 29 de agosto de 1954, a los 103 años. Hasta el último día conservó la mirada firme y el andar lento, como si supiera que la memoria camina mejor sin apuro.


El Museo Casa de la Última Fortinera —creado sobre su vivienda y declarado Lugar Histórico Municipal por ordenanza 2001/97— preserva hoy esa huella. Entre 2001 y 2004, su estructura fue restaurada y transformada en un espacio de homenaje. Y en 2017, con motivo del Día Internacional de la Mujer, se inauguró allí una muestra permanente dedicada al papel de las mujeres en la frontera. En una de sus salas, una fotografía de Domiciana cuelga en silencio. No impone, pero conmueve. Entra por los ojos y se queda en el alma.


La historiadora Graciela Martínez Aráoz la menciona como uno de los símbolos de la “sabiduría popular encarnada”, y el antropólogo Carlos A. Paz la considera “figura clave para entender la dimensión humana de los fortines”.


Domiciana no buscó bronce. Pero si uno presta atención, su nombre sigue vivo en cada mujer que cuida, alimenta o resiste en las zonas olvidadas. Fue raíz, fue abrigo, fue horizonte. La última fortinera, sí, pero también la primera en mostrar que una patria no se levanta sólo con fusiles: también con paños tibios, con canciones bajitas y con la firme decisión de no abandonar a nadie.


💬 ¿Querés estar al tanto de todas nuestras novedades, contenido exclusivo y adelantos?Sumate GRATIS a nuestro canal de WhatsApp 👇https://whatsapp.com/channel/0029VbAZWrU3QxS2P0MWqE1f


ree

 
 
 

Comentarios


¿Queres ser el primero en enterarte de los nuevos lanzamientos y promociones?

Serás el primero en enterarte de los lanzamientos

© 2025 Creado por Ignacio Arnaiz

bottom of page