top of page
  • Facebook
  • Instagram
Buscar

El perro que ascendió sin pedir permiso

Actualizado: 11 jul


No tenía un nombre grabado en un dog tag, ni un legajo en el archivo del cuartel. Un día apareció y decidió que era su hogar, moviendo la cola con la determinación de quien ya conoce su destino. Al principio, los soldados le lanzaban miradas curiosas, sin saber si ignorarlo o echarlo. Pero "Cabo" se plantó junto a la guardia como si llevara años en el puesto. Con el tiempo, se ganó su lugar con ladridos en las formaciones y caminatas junto a las patrullas.


Primero fue una curiosidad, luego una costumbre, después una institución. "Cabo" era un perro de esos que no necesitan invitación ni papeles: se presentó solo, se enlistó sin firmar contrato y se convirtió en soldado sin jurar bandera. Porque hay cosas que se llevan en la sangre, y al perro "Cabo" la milicia le corría por las venas como a los granaderos de San Martín.


Su historia es simple y grandiosa. En San Antonio de los Cobres, un pueblo donde el viento se pelea con la tierra y el frío no pide permiso para meterse en los huesos, donde el polvo se adueña de las calles y la altura convierte cada bocanada de aire en un esfuerzo, donde las noches son tan frías que hasta los más curtidos soldados buscan refugio junto a una fogata, y donde la vida se mide en resistencia y voluntad. "Cabo" decidió que su destino no estaba en la calidez de un hogar, sino entre las botas y los fusiles.


Todas las mañanas, sin falta, escapaba de su casa y trotaba hasta el Destacamento de Vigilancia de Montaña. Su dueña, resignada, lo buscaba cada tarde, pero el perro volvía a las andadas al día siguiente. Una y otra vez. Como si las órdenes de un superior le pesaran menos que la llamada de su propio destino.


Pronto, los soldados dejaron de verlo como un intruso y lo aceptaron como uno más. Decían medio en broma que debía haber sido soldado en otra vida, porque parecía haber nacido para la milicia. Acompañaba las patrullas, trepaba cerros como si en su linaje hubiera un ancestro andinista y hasta aprendió a distinguir entre un vehículo militar y uno civil. Si no era del Ejército, "Cabo" ni se molestaba en mover una oreja. Un profesional, en toda regla.


En sus años de servicio, acumuló más de 100 ascensiones cordilleranas junto a la Brigada, resistiendo tormentas, cruzando pasos imposibles y desafiando nevadas que hacían titubear hasta a los soldados más experimentados. Demostrando que su espíritu era tan resistente como el de cualquier soldado.


Y como la vida tiene momentos en los que hasta la burocracia decide mirar para otro lado, un día llegó el reconocimiento oficial. El 22 de octubre de 2016, el Comandante de la 5° Brigada de Montaña, coronel mayor Juan Manuel Pulleiro, firmó una disposición y "Cabo" se convirtió en Sargento. El documento, sellado y con la misma formalidad que cualquier ascenso humano, dejó claro que este perro no solo era un símbolo, sino un verdadero miembro de la tropa.


En una formación solemne, con cientos de hombres en posición de firmes, el viento andino soplaba con fuerza mientras la orden de ascenso resonaba en el cuartel. Los soldados, emocionados, rompieron el protocolo con sonrisas y aplausos discretos, mientras algunos, sin disimular, le acariciaban la cabeza en señal de respeto. En ese instante, más que un simple ascenso, parecía la consagración de un camarada que había demostrado su valentía una y otra vez. Un sargento sin cédula, sin legajo, pero con más méritos que muchos que han pasado por las filas con uniforme planchado y botas lustradas.


El ascenso de "Cabo" no es solo una anécdota simpática para contar en el comedor de los soldados. Es la prueba de que, en medio de uniformes, reglamentos y jerarquías, el Ejército todavía sabe reconocer a quienes realmente se ganan su lugar, aunque no caminen en dos patas. En la alta montaña, donde el frío cala hasta los huesos y la soledad pesa más que la mochila, la compañía de un perro puede valer más que todas las condecoraciones del mundo.


"Cabo", ahora Sargento, sigue haciendo lo que siempre hizo: estar ahí. Sin esperar nada a cambio, salvo el placer de pertenecer. Al final, 'Cabo' nunca necesitó medallas ni honores. Su verdadero reconocimiento estaba en cada mirada de respeto, en cada caricia furtiva sobre su lomo y en el silencio reverente de quienes sabían que en la montaña, en el frío y en la soledad, él siempre estaría ahí.


💬 ¿Querés estar al tanto de todas nuestras novedades, contenido exclusivo y adelantos?Sumate GRATIS a nuestro canal de WhatsApp 👇https://whatsapp.com/channel/0029VbAZWrU3QxS2P0MWqE1f


ree

 
 
 

Comentarios


¿Queres ser el primero en enterarte de los nuevos lanzamientos y promociones?

Serás el primero en enterarte de los lanzamientos

© 2025 Creado por Ignacio Arnaiz

bottom of page