La Conquista del Desierto Patagónico Argentino y la Confederación de las Salinas Grandes:
- Roberto Arnaiz
- 4 nov 2024
- 5 Min. de lectura
La Lucha de los Pueblos Originarios y la Creación de un Protoestado Mapuche
La historia de la Patagonia argentina y los pueblos originarios de la región está marcada por luchas, conquistas y resistencias que remontan al siglo XVI, cuando Juan Díaz de Solís exploró el Río de la Plata. Desde entonces, las comunidades indígenas defendieron sus territorios de la invasión del hombre blanco. La relación entre estos pueblos y los estados coloniales españoles primero, y el argentino después, ha sido una compleja serie de alianzas, conflictos y resistencias, que culminaron en la "Conquista del Desierto" en el siglo XIX.
En este contexto, surge la figura de Calfucurá, un líder mapuche extraordinario que dominó las pampas y la Patagonia durante cuarenta años, logrando consolidar la "Confederación de las Salinas Grandes". Este protoestado, mucho antes de la unificación de países como Italia y Alemania, fue un intento genuino de los pueblos originarios de crear una nación indígena en el corazón de la Pampa argentina. A través de alianzas con diversas tribus, Calfucurá forjó un estado en toda regla, con una economía sustentada en el comercio de sal y ganado, un ejército sólido y una estructura administrativa.
Calfucurá y la Construcción de la Confederación de las Salinas Grandes
Calfucurá, nacido en la actual Chile, era un líder carismático que logró unir bajo su mando a diferentes etnias mapuches y pueblos indígenas, como los ranqueles y los tehuelches, creando un frente común para resistir la expansión de los estados coloniales y la posterior avanzada del Estado argentino. En la década de 1830, Calfucurá cruzó la cordillera y, tras derrotar a las tribus locales de la Pampa, se estableció como el cacique supremo de las pampas, dominando las Salinas Grandes, un recurso estratégico vital para la conservación de alimentos en la época.
Este dominio sobre las Salinas Grandes no solo le dio una ventaja comercial sino también un poder político significativo. El cacique Calfucurá logró establecer una administración y construir alianzas con diversos caciques regionales, lo que consolidó la Confederación de las Salinas Grandes como una entidad soberana y respetada. Las "lanzas de Calfucurá", su ejército compuesto por más de cinco mil guerreros, aseguraron su control sobre la región y lo convirtieron en un líder indiscutible y temido tanto por otros pueblos indígenas como por los gobiernos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La Relación entre los Mapuches y el Estado Argentino
La relación entre Calfucurá y el Estado argentino fue ambigua, oscilando entre la guerra y la diplomacia. En varias ocasiones, Calfucurá firmó acuerdos con líderes como Juan Manuel de Rosas, quien lo consideraba un aliado útil para mantener el orden en las pampas. Sin embargo, tras la caída de Rosas, las tensiones con el Estado argentino se intensificaron. La política de "civilización" y la expansión de la frontera hacia el sur, impulsada por figuras como Bartolomé Mitre y luego Julio Argentino Roca, fueron vistas como amenazas directas al territorio mapuche y al poder de la Confederación de las Salinas Grandes.
La "Conquista del Desierto", liderada finalmente por Roca, fue la culminación de estas tensiones. Con una campaña militar que contaba con recursos y una planificación sistemática, Roca sometió a los pueblos indígenas de la Patagonia y la Pampa, destruyendo la estructura política y militar de la Confederación de las Salinas Grandes. La bandera de la Confederación, un sol negro sobre fondo blanco, se convirtió en símbolo de resistencia y fue un emblema de la identidad y soberanía mapuche.
La Compleja Identidad del Gaucho
La figura del gaucho ha sido central en la identidad argentina, pero pocos reconocen la profunda conexión entre los gauchos y las comunidades indígenas. En lugar de ser opuestos, el gaucho y el indígena compartieron espacios, luchas y una adaptación única a la vida en las pampas. El gaucho es, en muchos sentidos, un producto del mestizaje cultural entre los indígenas y los colonos europeos, y su vida nómada, su apego a la tierra y su habilidad para moverse en el inmenso paisaje de la Pampa revelan un vínculo profundo con las costumbres originarias. En el mundo del gaucho, las tradiciones indígenas están presentes no solo en los aspectos visibles, como su vestimenta o sus armas, sino también en su cosmovisión y su relación con el entorno.
La cultura gaucha adoptó muchos elementos indígenas en su vestimenta, como el poncho, que además de abrigar se convirtió en un símbolo identitario, y las boleadoras, una herramienta de caza y defensa originaria de los pueblos indígenas que el gaucho empleaba con maestría. También la vida en comunidad, el respeto por la naturaleza y la búsqueda de libertad absoluta resuenan con el espíritu indígena. Además, el uso del caballo como un compañero esencial en la vida del gaucho es otra influencia directa, ya que los pueblos indígenas se habían adaptado con gran destreza al caballo, que llegó a América con los colonizadores.
La fusión de tradiciones también se dio en prácticas cotidianas y en la cosmovisión de la vida en la Pampa. Tanto el gaucho como el indígena compartían un estilo de vida donde la hospitalidad, el respeto por la palabra dada y la lealtad entre pares eran fundamentales. La vida del gaucho, como la del indígena, era dura, con largas jornadas en la intemperie, en un entorno donde los recursos eran escasos, y donde la destreza para obtener el sustento y la capacidad de adaptación al medio eran vitales para la supervivencia. A lo largo del siglo XIX, esta fusión entre lo europeo y lo indígena se convirtió en una característica distintiva de la identidad argentina y contribuyó a la construcción de una figura mítica, representativa de la libertad y la resistencia, que personificaba valores de resistencia, valentía y amor a la tierra.
Finalmente, el gaucho representa no solo una identidad cultural mestiza, sino también una expresión de rebeldía frente al poder central y un espíritu de autonomía que desafiaba los límites de las estructuras coloniales y, más tarde, nacionales. La cultura gaucha y su conexión con el legado indígena simbolizan una fusión que perdura en el imaginario nacional argentino, mostrando cómo las raíces originarias forman una parte esencial de la identidad y la memoria de Argentina.
El Legado de Calfucurá y la Persistencia de los Pueblos Originarios
Calfucurá fue más que un líder guerrero; fue un estadista que, mediante alianzas y una administración sólida, construyó un estado autónomo en la Pampa. Su derrota en la batalla de San Carlos y su muerte en 1872 marcaron el principio del fin para la Confederación de las Salinas Grandes, aunque su legado perduró en la memoria de los pueblos indígenas y en la historia de la resistencia mapuche.
Con el avance de las fuerzas argentinas y la campaña de la Conquista del Desierto, las tierras ancestrales de los pueblos indígenas fueron expropiadas y muchos fueron desplazados, esclavizados o eliminados. Sin embargo, el espíritu de resistencia y la memoria de líderes como Calfucurá continúan siendo recordados por las comunidades indígenas y los movimientos por los derechos de los pueblos originarios.
La historia de la Confederación de las Salinas Grandes y de la Conquista del Desierto es un recordatorio de la compleja relación entre el Estado argentino y los pueblos indígenas, y destaca la importancia de reconocer y respetar la diversidad cultural y el derecho a la autonomía de estas comunidades que, desde tiempos ancestrales, han habitado estas tierras.






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