¿Conquista o Genocidio? Una Mirada Crítica a la Campaña del Desierto
- Roberto Arnaiz
- 1 dic 2024
- 4 Min. de lectura
La Campaña del Desierto, llevada a cabo en Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX, continúa siendo uno de los eventos históricos más debatidos del país. Para algunos, fue una conquista necesaria para incorporar nuevos territorios al proyecto de nación en expansión; para otros, fue un genocidio marcado por la violencia extrema, el despojo territorial y la destrucción cultural de los pueblos indígenas. Este artículo busca explorar ambos enfoques y reflexionar sobre el impacto de este proceso en la identidad y la memoria colectiva de Argentina.
Un Proyecto de "Pacificación" y Expansión Territorial
La campaña tuvo como objetivo declarado la "pacificación" y el control de los territorios habitados por pueblos indígenas como los Mapuches, Ranqueles y Tehuelches. Bajo la premisa de que estas tierras estaban "vacías" desde una perspectiva económica, se promovió su incorporación a la economía nacional a través del desarrollo agrícola-ganadero. Sin embargo, esta visión ignoró deliberadamente la presencia de comunidades originarias que consideraban esas tierras no solo su hogar, sino también el núcleo espiritual y cultural de su existencia.
Detrás de las justificaciones oficiales, la campaña estuvo marcada por enfrentamientos brutales, el desplazamiento forzado de comunidades enteras y la redistribución de tierras entre terratenientes y especuladores. Los pueblos indígenas fueron despojados no solo de su territorio, sino también de su cosmovisión, costumbres y estructuras sociales, lo que fracturó irreversiblemente su modo de vida.
Argumentos para Considerarla un Genocidio
Numerosos historiadores y activistas sostienen que la Campaña del Desierto encaja en la definición moderna de genocidio. Esta interpretación se basa en varios aspectos clave:
1. La Destrucción Sistemática de Comunidades IndígenasDocumentos de la época reflejan una intención clara de exterminar a los pueblos originarios. Frases como las del general Julio A. Roca, quien afirmaba que "la única solución definitiva es acabar con los indios", o las del coronel Napoleón Uriburu, que proponía "borrar del mapa a esta raza indeseable", evidencian la mentalidad de exterminio que guiaba las acciones militares. Estas declaraciones justificaban la eliminación de comunidades enteras como un medio para alcanzar la "paz" y el "progreso".
2. El Despojo Territorial y CulturalLa tierra para los pueblos indígenas era mucho más que un recurso económico; era el núcleo de su identidad, espiritualidad y cohesión social. La expulsión de estas comunidades implicó no solo la pérdida de un espacio físico, sino también la ruptura de sus prácticas culturales y ceremonias espirituales. La imposición de normas ajenas y la educación forzada de niños indígenas en instituciones que reprimían sus raíces culturales contribuyeron a lo que algunos denominan "muerte cultural", una forma de genocidio que busca la eliminación de la identidad de un grupo.
3. Subyugación y Explotación de SobrevivientesMiles de indígenas capturados durante la campaña fueron sometidos a trabajos forzados, separados de sus familias y distribuidos como sirvientes entre las élites. Las mujeres y los niños, en particular, sufrieron explotación en condiciones de servidumbre. Estos actos no solo reflejan un trato inhumano, sino que también perpetuaron un sistema de opresión y subordinación cultural que se prolongó durante décadas.
Una Visión Alternativa: ¿Conquista Justificada?
La historiografía tradicional defendió durante mucho tiempo la Campaña del Desierto como una acción necesaria para proteger a las poblaciones criollas de los ataques indígenas y consolidar las fronteras de la nación. En este enfoque, los pueblos originarios eran percibidos como "bárbaros" que obstaculizaban el progreso. Desde esta perspectiva, la violencia era considerada una consecuencia inevitable de los conflictos fronterizos y no un intento deliberado de exterminio.
Los defensores de esta visión argumentan que el contexto de la época, dominado por ideales de expansión territorial y progreso económico, justificaba las acciones del Estado. Según esta lógica, la urgencia por asegurar la Patagonia ante posibles avances de potencias extranjeras, como el Reino Unido o Chile, hizo que la ocupación de estos territorios fuera prioritaria, incluso a costa de los pueblos originarios.
Reflexión Crítica: ¿Conquista, Genocidio o Ambos?
Con el tiempo, una mirada más crítica ha reevaluado los eventos de la Campaña del Desierto. Aunque el concepto de genocidio, tal como lo entendemos hoy, no existía en la época, las acciones llevadas a cabo encajan en su definición moderna: la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo étnico mediante la eliminación física y la destrucción cultural.
Es importante reconocer, sin embargo, que los líderes de la época operaban bajo valores y prioridades diferentes. Para ellos, consolidar un Estado moderno y evitar la pérdida de territorio eran objetivos esenciales. Sin embargo, esta visión no puede justificar la violencia extrema, el despojo y la opresión ejercidos sobre los pueblos indígenas, cuyas consecuencias perduran en las comunidades actuales.
Hoy, el impacto de la Campaña del Desierto se refleja en las luchas por los derechos territoriales y culturales de los descendientes de los pueblos originarios. Reconocer y valorar su historia no solo es un acto de justicia, sino también una oportunidad para reflexionar sobre cómo construir un futuro más inclusivo y respetuoso con la diversidad cultural.
La pregunta de si la Campaña del Desierto fue una conquista o un genocidio sigue abierta, pero una cosa es clara: su legado es un recordatorio de las complejidades de la historia y de la necesidad de aprender de ella para no repetir sus errores.

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