Mariano Necochea: “Del Perú solo quiero llevarme las heridas.”
- Roberto Arnaiz
- 21 jul
- 5 Min. de lectura
Hay hombres que cruzan la historia sin dejar otra huella que la del caballo que cabalgaron. No escribieron libros, no fundaron repúblicas, no pidieron estatuas. Simplemente pelearon, sangraron, murieron. Mariano Necochea fue uno de ellos. Y sin embargo, la libertad de medio continente le debe su lanza, su pulmón atravesado y su alma hecha de fuego. Fue el jinete que cruzó los Andes, escribió partes de guerra, sufrió 14 heridas en un solo combate, y murió con el cuerpo destrozado y la conciencia en paz.
Nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792, hijo del vasco navarro Casimiro Francisco Necochea y de doña María Mercedes Soraza. Su apellido original, Nekotxea, significaba "casa de Neco". Viajó a Sevilla a estudiar humanidades, matemáticas e idiomas. Fue educado para heredar una fortuna, pero eligió gastar su vida en la trinchera de la historia. Volvió a Buenos Aires en 1809, a la muerte de su padre, y se hizo cargo de los negocios familiares. En aquellos años, aún no participó de la Revolución de Mayo. Parecía destinado a ser comerciante. Pero el destino tenía otros planes.
En 1812, rompió con sus raíces hispanas, abandonó el confort del comercio y se sumó inesperadamente al Regimiento de Granaderos a Caballo creado por José de San Martín. Participó en la batalla de San Lorenzo, donde redactó el parte de guerra. Luego combatió en El Tejar, escapando al galope y sable en mano de una emboscada española, y fue herido seriamente en Sipe Sipe.
En Mendoza, en el campamento de El Plumerillo, se encargó del adiestramiento de la tropa y convenció a su hermano Eugenio de unirse al Ejército de los Andes. Cruzó la Cordillera con la vanguardia de O’Higgins, y en Las Coimas protagonizó una hazaña increíble: con solo 100 hombres y ante un enemigo cuatro veces superior, ideó un engaño táctico y desbandó a los realistas, provocando el retroceso de toda la línea enemiga. Fue un golpe maestro.
Participó en Chacabuco, en Gavilán, Talcahuano, y fue herido en Cancha Rayada. Por esa herida en la mano derecha, no pudo combatir en Maipú. Permaneció en Chile y firmó el Acta de Rancagua que ratificó el mando de San Martín. Luego embarcó hacia el Perú. Fue segundo de Arenales en Nazca y Cerro de Pasco. Fue ascendido a general en el sitio del Callao y quedó al mando de los Granaderos.
El 6 de agosto de 1824, en la batalla de Junín, se produjo su hora más terrible y gloriosa. A 4100 metros de altura, Bolívar lanzó a la caballería sin esperar la infantería. Necochea inició el ataque y quedó rodeado. Recibió cuatro sablazos en la cabeza. Dos tajos en el brazo izquierdo que se volvió inútil. Uno en la mano derecha que le arrancó tres dedos. Dos lanzazos en el costado, uno perforándole el pulmón. Otro en el vientre. Cuatro heridas más en los brazos. Catorce en total. Y aún así, no murió. Porque la patria todavía lo necesitaba.
Fue capturado, pero rescatado por sus compañeros. Bolívar lo ascendió a general de división y lo llamó “la admiración de América”. Por su estado de salud, no pudo participar en Ayacucho.
En 1826 fue designado director de la Casa de Moneda de Lima. Luego Bolívar lo acusó de participar en un complot sin pruebas. Necochea renunció y dijo: “Del Perú solo quiero llevarme las heridas”. Volvió a Buenos Aires, donde fundó el Regimiento 10 de Caballería de Línea, pero Rivadavia le negó el permiso para combatir en la guerra contra Brasil. Ofendido, regresó a Lima. En 1831 combatió en la guerra civil peruana y fue ascendido a Gran Mariscal en 1834.
Durante la Confederación Perú-Boliviana se exilió en Chile. En 1840, Fructuoso Rivera lo mandó a Entre Ríos a “recoger vacas” (robar ganado). Regresó al Perú, a la Casa de la Moneda. Se casó dos veces: con María Dolores Puente (con quien tuvo una hija, Benjamina) y con Josefa Sagra Morgado. Pasó sus últimos años en Miraflores, donde murió el 5 de abril de 1849. Tenía 56 años. Murió por la herida que le perforó el pulmón en Junín.
Fue enterrado en el Cementerio Presbítero Matías Maestro. Nunca volvió a pisar Buenos Aires después de 1829. En 1949, Perú lo declaró Prócer Nacional y trasladó sus restos al Panteón de los Próceres. Cuando Perón pidió su repatriación, Perú respondió: “Vivió aquí, murió aquí, eligió ser uno de los nuestros.”
Su casa en el distrito limeño de Miraflores, Perú, fue demolida en 1965. En su lugar, se construyó una tienda de Falabella. La placa que lo recordaba fue colocada junto al estacionamiento del centro comercial, en el mismo sitio donde alguna vez se alzó su hogar y, según se cree, se realizaron también las conferencias de Miraflores. En Perú, donde es conocido como Mariano Necochea Saraza, Gran Mariscal del Perú, el Regimiento de Caballería N.º 7 lleva su nombre. Es el único Regimiento de Caballería de Combate a Caballo del país, y sus integrantes se llaman a sí mismos 'Guardianes de la Frontera'. En Argentina, el Regimiento de Tanques N.º 8 de Magdalena también lleva su nombre. Varias calles lo recuerdan. Y la ciudad balnearia de Necochea, en la provincia de Buenos Aires, fue bautizada en su honor.
Historiadores como Felipe Pigna, Jorge Basadre y José Luis Busaniche lo han rescatado del olvido. Porque Mariano Necochea no fue solo un militar. Fue un símbolo que supo cabalgar entre dos patrias, entre dos mundos, entre la historia oficial y la que se graba en la piel de los pueblos. Cruzó los Andes, peleó en cada rincón del continente y murió sin pedir nada. Ni una estatua. Ni un mármol. Solo pidió morir con honor. Y lo cumplió.
Y cuando el viento sopla en Junín, o un caballo irrumpe entre la bruma de los Andes, es él. Es Mariano Necochea, que sigue cabalgando. Porque los héroes verdaderos no mueren: se ocultan en la memoria y galopan en la eternidad.
Bibliografía consultada
Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina II, Buenos Aires, Editorial Planeta, 2005.
Jorge Basadre, Historia de la República del Perú (1822–1933), Lima, Editorial Universitaria, 1968.
José Luis Busaniche, Historia argentina, Buenos Aires, Eudeba, 1964.
Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, Documentos sobre próceres de la independencia.
Wikipedia, “Mariano Necochea” (consulta: julio de 2025).
Infobae, “¿Quién fue Mariano Necochea, el que le dio el nombre a la ciudad balnearia?”, 7 de febrero de 2022.
Clarín, “El jinete que llevó 14 heridas y una sola causa”, 6 de agosto de 2024.
La Nación, “La batalla de Junín, penúltimo eslabón de la independencia americana”, 3 de agosto de 2024.






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