LA CRUZ DE PLATA Y EL FUEGO QUE NO SE APAGA
- Roberto Arnaiz
- 7 may
- 2 Min. de lectura
Murió Francisco. Se fue con la cruz de plata al pecho, los zapatos gastados y los bolsillos vacíos. No dejó trono. Dejó un agujero. Y un incendio.
No usó oro. Usó fe. No hablaba en latín de cúpula, hablaba en argentino de vereda. Y con ese tono de cura de barrio se animó a romper silencios que llevaban siglos sellados con incienso.
Desde el primer día pateó la solemnidad. Donó sus únicos 200 dólares. Mantuvo su vieja cruz, no de museo ni de joyero vaticano, sino de plata humilde, la del buen pastor. La cruz que no brilla: pesa. Pesa porque no es adorno, es compromiso.
Y su tumba...Un rectángulo de tierra callada, sin bronce ni estatuas. Una bofetada a los mausoleos que esconden siglos de poder con olor a moho. Esa tumba, tan simple, dice más que cien encíclicas: que la fe, si no se vive abajo, no vale arriba.
Mientras tanto, los de sotana planchada y lengua de latinajo esperaban su momento. A Francisco lo escuchaban con media sonrisa, como se deja hablar al loco del barrio. Y ahora que ya no está, desempolvan decretos viejos y rezan por una Iglesia muda, decorativa, domesticada.
Pero Francisco no se fue solo.Dejó una chispa.Y ellas la agarraron con las manos.
Las super monjas. Las que caminan con el Evangelio en la mochila y el mundo a cuestas.
Como Sor Norma Pimentel, que enfrenta al monstruo migratorio con una Biblia en una mano y una olla en la otra.O como las que curan villas, limpian cárceles, consuelan locos, y a veces —sin saberlo— hacen más milagros que un sínodo entero.
Ellas no discuten poder: lo ejercen. No rezan para escapar: rezan para resistir. Aprendieron que el Evangelio no es vitrina. Es herramienta. Y si hay que usarlo para romper cadenas, lo hacen.
Francisco ya no está. Y el próximo Papa —si quiere dar marcha atrás— va a tener que enfrentarse a ellas.
Porque cuando la fe se mezcla con coraje, ya no es devoción. Es revolución.Y no hay doctrina que le gane a una mujer de pie.
📖 Leé más en Las Revoluciones Modernas. Porque el fuego de lo justo no se apaga. Se hereda. https://www.amazon.com/-/es/Roberto-Arnaiz-ebook/dp/B0D9YSQ9QS






Comentarios